sábado, 28 de mayo de 2011

R4s

Ayer, viernes, celebramos (no sé si es la palabra correcta) la despedida de los R4 del servicio, por tercera vez. O sea, los despedimos un día con todos los residentes del Hospital (donde mi flamante jefa, MJ, puso con todo su arte el toque de realidad a la película estadística que enseñaban los otros ponentes -que gozan de plaza y sueldo fijo, estabilidad laboral, vacaciones, coche y casa propia); luego los despedimos un segundo día, un mediodía concretamente, también ayer, ahora oficialmente del servicio, con discurso del jefe, y de ellos mismos, que, con mucha habilidad -habrá que valorar el factor de estar allí sin prácticamente haber dormido- nos aguaron los ojos a más de uno (sí, yo soy un cursi sensiblón, ya lo sé, pero no se les puede quitar mérito), y por último la cena de resis para los ya ex-resis, que llevó meses montar y en cuestión de minutos ya había pasado.

Ahí teníamos unas cajitas -gran idea por cierto- en las que podíamos dejarles mensajes a cada uno de ellos por separado. Os prometo que quería escribir, pero era consciente que no iba a salir lo que os quería decir, o al menos como os lo quería decir. Y en esas que se acabó la primera parte de la fiesta y me quedé sin haber escrito nada. Y no quiero que os vayáis sin saber qué pienso.

Es difícil plasmarlo todo, y eso que fue solo un año, que al final siempre te sabe a poco. Nosotros acabamos de llegar y vosotros ya os vais. Es curioso, porque uno reflexiona sobre lo que siente por otra gente cuando se está empezando a plantear que las cosas van a cambiar, y cuando te paras a hacerlo, puedes acabar con dos sensaciones: puedes estar tranquilo y relajado, porque has exprimido todo lo que esas personas te podían dar, o puedes quedarte con esa horrible sensación interna de pensar que has tardado demasiados años en conocer a alguien y el tiempo se te ha hecho tan corto que no entiendes cómo ha cabido tanto en ese tiempo y cuánto te gustaría que se estirase más, para que cupiese tanto más. Y mira que me gusta sentirme bien, pero me quedo con la segunda.

Y es que, vosotros, Rs grandes, sois más que simplemente el que lleva el busca en la guardia. Desde que nos conocimos vosotros habéis representado muchos “mi primera vez que…”, con paciencia, con tranquilidad, dejándome hacer y haciéndome aprender. Y ya sabéis: las primeras veces siempre son especiales y nunca se olvidan.

Y no es solo lo que podáis hacer por nosotros, sino lo que nos dejáis ver. Pensad, nosotros, pequeños, cachorros, que a duras penas manejamos un antibiótico y nos metemos en un rincón, con las rodillas entre las manos, y repetimos macrólidos como posesos cuando nos llega una alérgica a la penicilina, os vemos a vosotros, grandes, que subís y bajáis labetaloles con tal arte, y no podemos hacer más que pensar “ojalá lleguemos a poder eso en algún momento”. Sois maestros, sois modelos, y ha sido un placer trabajar a vuestro lado. Siempre, todo es más fácil cuando tienes por delante un modelo a imitar.

Y no solo es el trabajo, por supuesto. Es todo, Es difícil poner palabras a lo que nos transmitisteis como personas. Habéis sido muy fáciles de querer. Ventajas de ser grandes personas.

No sé, tengo la sensación de que quiero decir mil cosas y que no me sale ninguna. Quiero explicaros que sois responsables de que tener las peores guardias que un residente se puede echar a la espalda sea más llevadero. Que por vosotros nos sentimos parte de todo esto. Que hemos aprendido, que nos hemos reído, que con vuestra forma de ser y de hacer, resulta enormemente gratificante haberos conocido y saber que estáis en el mundo. Y no hay manera, llamadlo falta de inspiración o que no hay palabras para plasmarlo en el papel.

No me gusta que crezcáis, por puro egoísmo. Y aunque seguiremos todos juntos, vosotros ahora dormiréis por la noche. Y a la vez me encanta que hayáis cumplido vuestros objetivos -sueños para algunos- y que todo eso, pese a la situación que vivimos- os llene de felicidad y orgullo, porque os lo merecéis, esto, lo mejor y mucho más. Y porque sé que os vamos a echar de menos como jefes, estamos inmensamente contentos porque vosotros lo estáis y porque habéis llegado hasta allí, e inmensamente agradecidos, porque nos habéis dejado formar parte de ello. Sentimientos encontrados, es la maldición impuesta a la gente que sabes que no ha pasado desapercibida por tu vida.

Es verdad que a todos nos toca crecer. Vosotros ya sois lo más grande.

1 comentario:

Maria J. dijo...

:)

Para mí es un orgullo tener cachorritos como tú...

Eres un genio!
Además, sé que mi compulsión de encontrar cosas por internet y enviar videos y todo eso no acabará cuando yo me vaya (que desde luego no es ahora, eh?)

:)

El tiempo pasa demasiado deprisa: verás como en poco y sin darte cuenta de cómo estarás manejando labetaloles, sulfatos y otras cosas con aparente soltura, y sin saber cómo pasarás de ser el de los pruritos a ser el que es capaz de llevar para adelante cualquier chungada que aparezca por la puerta.

Mil gracias (de nuevo) por tu esfuerzo, y sobre todo por ser como eres.

No cambies Nunca!!

MJ